I. Definiciones y conceptos Generales

“ VI. Creemos que el Señor Jesucristo es el sanador de nuestros cuerpos mortales cuando estamos enfermos.”
(Sexto punto doctrinal ICIAR


DEFINICIONES Y CONCEPTOS GENERALES. 


I.1. Definiciones.

Mapa conceptual de algunas definiciones útiles.

Instrucciones: Complete el siguiente mapa conceptual con los conceptos que se piden. Utilice diccionarios, enciclopedias, entrevistas, Internet, etc. Compare sus respuestas con el mapa del apéndice de su manual.

La Medicina Preventiva.

De las leyes dadas por Dios a Moisés, existen muchas que hoy universalmente se practican como medidas de prevención de enfermedades, tales como el aislamiento, la cuarentena y la limpieza requerida del que ha entrado en contacto con una fuente de contaminación. El pueblo cristiano debe practicar la limpieza total de su ser, alma y cuerpo, con un mayor celo que el pueblo de Israel, por cuanto no somos limpios por ritos pasajeros, sino por la misma sangre del Cordero que borra el pecado del mundo; de modo que todo nuestro ser, “espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible”. Es decir, en limpieza. (Para ampliar mas, siga este link)

La inteligencia que el Señor ha dado al hombre no debe ser nunca un substituto de El mismo, sino un instrumento bienhechor que le permita mejorar su modo de vida, administrando la naturaleza sabiamente y para su beneficio. Así como Adán se encontraba en el Huerto como administrador de una naturaleza limpia e ideal, hoy el hombre se enfrenta a una naturaleza sucia y llena de enfermedades contra las que ha de luchar.
Ante esta problemática y sin el conocimiento de un Medico Divino, el hombre ha desarrollado la ciencia médica entre otras que al menos le permita minimizar los efectos de las enfermedades.


DEFINICION: “Ciencia que tiene por objeto la conservación y el restablecimiento de la salud” (Larousse). Desde el punto de vista medico, se entiende por Medicina Preventiva… todas aquellas oportunidades tanto para el medico como para el paciente que le permiten minimizar las enfermedades o sus consecuencias, a modo de que pueda el paciente enfrentar cambios biológicos en mejores condiciones.
Ya que estas definiciones invitan a ahondar más sobre el significado de la Medicina Preventiva, notemos que “prevenir” se aplica en el sentido de anticipar. Tanto en el sentido colectivo de las comunidades, como en el individual. Por otro lado, significa también evitar que una condición ya existente llegue a convertirse en una amenaza de la salud. Cuando este sea el caso, deben de considerarse todos los factores que pudieran coadyuvar para desencadenar el mal, o empeorarlo. A estos se les llama “factores de riesgo” de la enfermedad, y pueden ser el alcohol, el tabaco, el medio ambiente, el sexo, la ocupación, etc.
Cualquier forma de prevención siempre debe tomar en consideración los “factores de riesgo” en los pacientes, y a que con frecuencia ellos llegan a tener tanta importancia como la enfermedad que se trata de prevenir.

  CATEGORÍAS DE PROBLEMAS EN LA MEDICINA PREVENTIVA.


La Medicina Preventiva agrupa los problemas con que debe enfrentarse, en varias categorías. He aquí las más importantes:
  1. Prevención de Accidentes.
  2. Salud Ambiental.
  3. Enfermedades Contagiosas.
  4. Estilos de Vida.
Observemos que ninguna de estas categorías puede tratarse separadamente, sino que al tratar algunos problemas siempre surgirán otros que quizás pertenezcan a otra categoría pero que están muy íntimamente ligados al problema principal. Algunos de estos problemas deben ser vistos desde el punto de vista de su repercusión en la comunidad, y aunque otros se traten a nivel individual, es obvio que tendrán su efecto en algún grupo. La reproducción, el desarrollo y el crecimiento, aunque a simple vista parecen ser de carácter individual su efecto repercute en la población, de tal modo que las agencias de salubridad deben intervenir en la plantación familiar, en la educación sexual, asistencia a los pequeños sin hogar y la prevención contra el maltrato a los menores, para no mencionar el control de la mortalidad infantil que es todo un programa preventivo constante. Como los programas se establecen par el bien general de la población, no se contempla en ellos ninguna consideración de carácter moral y religioso, para lo cual requiere el cristiano establecer su posición con respecto a estos programas. (Heb. 12:14; Tito 3:1; Jn. 19:11; Rom. 13:1), pues si bien es cierto que Dios nos manda obedecer a las autoridades, no deben pasarse por alto nuestros puntos doctrinales de Fe en Cristo.
A. Prevención de Accidentes. Como hijos de Dios, la sabiduría y la prudencia deben regir todos los actos de nuestra vida y particularmente ante el peligro de un accidente. El Señor tendrá misericordia de nosotros para protegernos cuando nos encontremos sujetos a condiciones y factores totalmente fuera de nuestro control, pero nos ha dotado de inteligencia y raciocinio para obrar con cordura en condiciones de peligro.
Cuando Pablo era llevado hacia Roma rumbo a Félix, insistió con el centurión no zarpar porque veía el gran peligro; y de la misma manera, cuando a través de su sobrino supo del complot contra su vida, hizo lo necesario para librar su vida de caer en manos de sus enemigos (Hch. 23:16, 27:10). ¿Le faltaba fe? No. Era sabio y no temerario. El Señor Jesús, al ser tentado por Satanás, quien le pedía que se lanzase desde el pináculo del templo, lo reprendió diciendo: “No tentaras al Señor tu Dios” (Lc. 4:12). Y nosotros a veces damos oídas al diablo y tentamos al Señor, esperando que El nos salve de un peligro que nosotros pudimos haber evitado.
B. Salud ambiental. Vivir en una comunidad agradable y limpia es sin duda muy deseable, pero la práctica no principia con nuestro vecino sino con nosotros, nuestro propio hogar debe ser un ejemplo de limpieza, porque ahí habita en medio de nosotros el Señor Jesús, Y donde El está cesa de haber oscuridad y suciedad. La limpieza que El nos ha dado interiormente, la debemos manifestar en lo exterior en nuestro cuerpo y en nuestro hogar.
La plaga de moscas que Dios envió a Egipto, nos indica que ellas son una maldición. Hoy sabemos que en sus patas y saliva cargan millones de los gérmenes mas nocivos, los cuales depositan dondequiera que se posan; por ello, debemos evitarlas controlando que la basura y desechos estén cubiertos y lejos de donde están nuestros alimentos. Sobretodo debemos evitar a toda costa que se posen sobre nuestros alimentos.
Ingerir verduras y frutas sin lavar, y aguas y golosinas en la vía pública donde están expuestos a graves contaminaciones, son actos de imprudencia para el cristiano, pues acarrean muchas enfermedades que minan su salud. Nosotros debiéramos controlar el ambiente, pero a menudo volvemos a nuestra antiguas costumbres y dejamos que este nos controle (Ef. 4:22-23). ¿Cómo podremos presentar nuestros hogares y nuestros cuerpos en sacrificio vivo? Renovándonos en el espíritu de nuestra mente nosotros y dando un buen ejemplo a nuestros hijos pequeños.
C. Enfermedades contagiosas. Definición: “Una enfermedad contagiosa es un mal causado por un organismo especifico capaz de producir infección o de ser infeccioso”. Cada caso de la enfermedad representa un proceso específico… es decir, el mal se desarrolla a través de una serie de eventos que finalmente se manifiestan como la enfermedad misma. Los cinco factores que integran el proceso infeccioso y que generalmente pueden identificarse en el desarrollo de las enfermedades contagiosas son:
(1) un agente causante (patogénico);
(2) una reserva o fuente del agente (de donde provino);
(3) un medio de salida del agente fuera de la fuente;
(4) un medio de transmisión al nuevo huésped;
(5) un medio de entrada o penetración al nuevo huésped.
El conocimiento de estos cinco factores permite controlar el contagio en cualquiera de estos puntos.
Las enfermedades contagiosas pueden ser esporádicas, endémicas, epidémicas o pandémicas. Las enfermedades esporádicas como casos aislados en tiempo. Mientras que las epidémicas ocurren con un aumento inusual en intensidad y numero de casos.
A una epidemia que rápidamente avanza sobre un gran numero de personas de una población y sobre áreas geográficas muy amplias, generalmente avasallando las fronteras normales de su localización, se la llama pandemia.
Un ejemplo de lo insidioso de las enfermedades contagiosas que llegan a constituir pandemias, es tal vez el caso de la pandemia del cólera que se inicio en Asia en 1961 y que atravesando por Medio Oriente y África llego hasta Europa. De Indonesia llego a Taiwán, Corea del Norte y las Filipinas. De ahí se enfiló hacia el Oeste, llegando a Afganistán, Irán, Irak y el sur de la Unión Soviética en 1964, y en 1970 invadió el África con graves consecuencias. La Organización Mundial de la Salud envió equipos de expertos para adiestrar a trabajadores africanos de la salud para hacerle frente a esta pandemia. En 1971 el cólera llego a España y a Lapland y en 1973 alcanzó Italia.
Una infección se inicia con la invasión en el cuerpo por parte de los organismos causantes (patogénicos) de la enfermedad en cuestión. Dicho agente es generalmente parasitico, ya que vive dentro, sobre y a expensas del cuerpo que ha invadido. Los agentes patogénicos pueden ser de varias clases: unicelulares, multicelulares, de origen químico como los virus o de origen vegetal o animal. 


Medios de Prevención y Control de las Enfermedades Infecciosas.

Medios de Prevención y Control de las Enfermedades Infecciosas.

Inmunización. Este es un método por medio del cual al “huésped susceptible” se le prepara artificialmente para resistir una infección por causa de una agente específico.
La Inmunización puede ser Activa o Pasiva.

La Inmunización pasiva puede ejemplificarse con la hepatitis infecciosa. Se le inyecta a una persona suero que contiene anticuerpos (defensas) contra el virus de la hepatitis; es decir, son defensas prestadas y eventualmente pierden su efectividad en el cuerpo después de un tiempo.

Para la inmunización activa se introduce una sustancia llamada antígeno, que causa en el cuerpo del inmunizado una activación de su organismo para producir sus propias defensas (anticuerpos) contra un agente patogénico específico. A continuación, una lista de vacunas que pueden prevenir graves males:

ANTI- Rubéola (Sarampión) Rabia
Parotiditis (Paperas) Peste de Yersin
DTP. (Difteria, tétano y Cólera
Pertusin o tos ferina) Tifo
Poliomielitis Fiebre amarilla
Tifoidea Viruela
Influenza (gripe) Factor Rh-negativo (mujeres)
Hepatitis A.

La vacunación no representa una cura, simplemente confiere resistencia o inmunidad para el caso de que se presente la enfermedad. Las instituciones de seguridad social y de salubridad ofrecen la vacunación en forma gratuita.
Otros Medios.
Estos son la cuarentena, que previene se difundan las enfermedades mediante el control de los cinco factores que hemos mencionado. El control del medio ambiente es una medida preventiva tan integrada a la vida misma que por ello muchos no la toman en cuenta. La ingeniería sanitaria de cada ciudad es responsable de dotarnos de agua potable, de sistemas de drenaje y de manipulación de basura y desechos, y constantemente un gran número de campañas se efectúan en las zonas rurales para el control de parásitos en el ganado y las plantas, que hacen posible que tengamos más y mejores alimentos. El paludismo (malaria) que tantos millones de gentes mató está casi erradicada en México, gracias al control ambiental del mosquito Anofeles que vive en los pantanos.
Otro medio de control de las enfermedades contagiosas es la detección y control de los portadores de infecciones, los que han llegado a causar más bajas en un ejército que el mismo enemigo.

D. Problemas de estilo de Vida. Podríamos decir que en este renglón el cristiano tiene muy poca o nada de intervención porque como ha sido hecho una nueva criatura en Cristo, entendemos que su único estilo de vida debe ser agradar a Dios; pero analicemos esto: los “factores de riesgo” del mundo (cigarro, alcohol, drogas, etc.,) no deben existir ya para el creyente; no, ni vicios, ni debilidades, ni tendencia pecaminosas, “todo lo puede en Cristo que lo fortalece”. Sin embargo, le quedan dos cosas con las que tendrá que contender el resto de su vida en la tierra:

Primeramente, deberá reconocer ciertos factores de tipo genético o hereditario que por razón de la pecaminosidad del mundo a través de las generaciones, ha recibido de sus antepasados, y con los cuales de contender con sabiduría. Hay por ejemplo, ciertas propensiones familiares hacia la diabetes, ciertos canceres, enfermedades respiratorias y alérgicas, mala calcificación dental y de los huesos, enfermedades mentales, etc. Nuestro racional e inteligente culto (Ro.12:1) será vivir de tal modo que evitemos que estas enfermedades se desarrollen, presentando así nuestros cuerpos (con todo y sus lacras y factores de riesgo hereditarios) en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Si lo hacemos, El se encargara del resto; y si la enfermedad se presentare, El es poderoso para darnos completa salud. Solo que nos esforcemos y seamos valientes. Y si en nuestro esfuerzo por presentarnos en sacrificio vivo le rogamos que nos sane ¿no podrá nuestro Dios quitar estas propensiones o la misma enfermedad, haciéndonos objeto de su amor y poder divino sanador? ¡Sin la más mínima duda! Presentémonos en sacrificio vivo y el hará el resto.

La falta de calcificación dental es con frecuencia agravada por descuido en la higiene dental y dietas pobres en calcio y otros minerales. La pérdida de piezas dentarias es tan mutilante como la pérdida de otras partes del cuerpo, como una mano o un dedo. El descuido dental puede traer consecuencias secundarias como abscesos, infecciones en los huesos, a los ojos, y hasta afectaciones del corazón.
En segundo lugar, deberá reconocer que Dios seguirá respetando su voluntad en todas las decisiones de su vida, a no ser que el se la entregue a Dios voluntariamente. Satanás es un enemigo vencido en la cruz del Calvario, pero nuestra capacidad de triunfo ante Satanás estará en relación directa a dos acciones de nuestra voluntad:

1. guardarse en santidad, y
2. guardarse de ser temerario o tentar al Señor.


Respecto de la enfermedades (y otros aspectos de la vida cotidiana también) el cumplimiento de estos dos mandamientos es básico. Infringir cualquiera de ellos puede resultar en enfermedad; pero mientras que en el primero nuestra acción casi implica nuestro conocimiento del resultado, en el segundo con frecuencia nos resulta difícil distinguir cuando estamos obrando por fe, y cuando por temeridad, y es ese momento que el enemigo aprovecha para hacernos actuar temerariamente en nombre de nuestra fe.

El diablo buscara encontrar en nosotros los huecos vulnerables para atacarnos (Ef. 6:11-12, Ro. 8:7, 7:24.) 

Primera Evaluacion

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PRIMERA AUTO-EVALUACION

 

Acerca de la Enfermedad.


Recordemos que el origen de la enfermedad es el pecado mismo. Ya en los últimos momentos que el hombre pasa en el Paraíso, escucha las sentencias de lo que le sobrevendrá por su pecado al salir de el: dolor, deseos carnales, maldición de la misma tierra con la que ha de ganarse el sustento (Gen. 3:16-18); y así, ante esta realidad cruda, dejara el hombre y su mujer el lugar idílico; se cierra el Paraíso (para ser restaurado a su tiempo) y se enfrentan a su nueva vida. Pero antes, en un acto de misericordia, Dios determina que el ser humano no viva en este valle de lágrimas para siempre y designa que este viva por un tiempo y retorne finalmente a la tierra de donde fue tomado. (Gen. 3:24). De este acto de misericordia, tenemos ejemplos bellísimos de longevidad en muchos de los hombres que siguieron a Dios y que vivieron hasta que Dios un día los llamó; algunos, como Enoc y Eliseo no fueron sepultados. De Moisés se nos dice (Dt. 34:7) que murió de ciento veinte anos, y no de anciano murió, pues “nunca se oscurecieron sus ojos, ni perdió su vigor”, sino que Jehová marcó sus días y no le permitió entrar a la tierra Prometida.
Fuera de estos hombres y el pueblo escogido de Dios, en las naciones paganas se aumentó el pecado y con este las enfermedades. El total desconocimiento del único Dios verdadero les llevó a la idolatría y a las religiones satánicas, vemos la misericordia de Dios protegiendo a su pueblo Israel en Egipto, pues aun ante las maquinaciones y plagas de los egipcios, ellos proliferaban y se hacían nación numerosa. Luego, después de su peregrinar por el desierto camino a la tierra de promisión, Dios no solo los protege personalmente de las enfermedades, sino que los adiestra para que sean un pueblo limpio de corazón y también de cuerpo. Hasta nuestros días, las estadísticas muestran que el pueblo judío sufre de menor número de enfermedades y lacras sociales, tales como el alcoholismo, la drogadicción, el homosexualismo, etc., que los otros pueblos de la tierra.
Si cuando viene la enfermedad, con toda humildad y sencillez buscamos la razón de ella y encontramos que si no es una prueba a nuestra fe, quizá sean esos huecos en nuestra vida espiritual por donde estamos permitiendo que venga el “ataque de fuera” por parte de Satán. Quizá, también, descubramos que la mayoría de las enfermedades vienen al cristiano por ser temerarios, por tentar al Señor, asumiendo que “de alguna manera” El nos librará de las consecuencias de nuestras imprudencias. No cabe duda que Dios no quiere que enfermemos y que la mayoría de nuestras enfermedades pudieran ser prevenidas. ¡Cuan sutil es el diablo que nos empuja a obrar indebidamente y en nombre de nuestra propia fe! Verdad es que en nombre de nuestra propia fe nos exponemos a ingerir alimentos insalubres solo por satisfacer nuestra gula insaciable. Y con cuanta frecuencia somos más capaces de satisfacer en nuestros hijos pequeños el deseo de golosinas, y no nos esforzamos porque tengan una dieta balanceada para su buena salud.
Hemos oído decir con frecuencia que Dios “quiso llevarse al bebé” cuando en realidad sabemos que por descuido le sobrevino una disentería o neumonía que finalmente lo mató. Muchos bebés prefiere tenerlos el Señor con El, que dejamos en manos de padres descuidados. En su infinita misericordia, Dios ha querido hacer al hombre participe de sus planes divinos. Lo ha dotado de voluntad, inteligencia y fuerza física, y al cristiano, de la guianza y presencia del Espíritu Santo que lo guíe a toda verdad y lo santifique. Aun así, constantemente el hombre falla y viene la enfermedad por descuido; pero Dios que es amplio para perdonar nos restituirá si echamos mano de su bendito amor perdonador (Jn. 2:1).

CAUSAS DE LA ENFERMEDAD.


En su libro Campeón de la Fe (Champion of Faith), Gordon Lindsay refiere que John Alexander Downie quien ministró en Australia a principios de siglo, se encontró de frente con una terrible enfermedad llamada peste bubónica, su congregación se veía arrasada por esa peste y cuando clamaba al Señor este le contestó con el pasaje de Hechos 10:38, y ahí se dio cuenta de que Jesús es el que sana, y que el diablo es el que enferma. El reverendo T. L. Osborn en sulibro sobre sanidad explica que el comprendió que el diablo es el que ocasiona la enfermedad, y al reprenderla en el nombre de Jesús la gente fue sanada. Si usted puede creer que Dios es el que sana, no puede creer que también es el que enferma, esto no tendría sentido, es como si lo tratara el medico humano pero usted no sabe si el tratamiento lo sanará o lo matará; se acude al medico con la fe de que con su prescripción la enfermedad será curada. En algunos pasajes del Nuevo Testamento se aprecia que el diablo o alguno de sus demonios fueron responsables de alguna enfermedad. Dice Kent Smith en su libro “Sanidad El Pan de los Hijos” que Satanás causa la enfermedad, y es la fuerza motivadora y propagadora de ella. Dios se refiere a la enfermedad como aflicción en Job. 42:10, Jesucristo la llama ligadura en Lucas 13:16, y el Espíritu Santo la etiqueta como opresión en Hechos 10:38. En seguida se mencionan las posibles causas de la enfermedad:
1. Trasgresión de las leyes naturales.
El hecho de ser hijos de Dios no nos exime de estar sujetos a las leyes naturales, si no nos aseamos, no nos alimentamos bien, si no tenemos el reposo necesario, podemos enfermarnos; por descuido o por accidente también podemos sufrir un daño.
2. Trasgresión de las leyes espirituales.
En este caso estamos hablando del pecado, ya que hay enfermedades que como ya hemos visto, Dios permite precisamente por estar alejados de El.
3. Para que las obras y la gloria de Dios se manifiesten.
Aquí se pueden considerar dos casos muy conocidos, uno de ellos fue el ciego de nacimiento (Jn. 9:3), y el otro la resurrección de Lázaro (Jn. 11:4 y 40.
4. Para evitar el envanecimiento.
Como ejemplo de esto tenemos al apóstol San Pablo según se nos refiere en 2Co. 12:7. Auque este caso en especial algunos autores no están de acuerdo en que el mensajero de Satanás de que se nos habla en este pasaje haya sido una enfermedad.
5. Como una prueba.
En el libro de Job que es según se cree el mas antiguo de la Biblia y que todo lo que ahí se cuenta ocurrió en aproximadamente nueve meses, se nos refiere como Dios permitió que su siervo fuese afligido y molestado por Satanás (Job. 1 y 2).
6. Para enseñarnos algo.
Ocasionalmente la enfermedad es permitida por Dios para detenernos y hacernos volver de un camino equivocado, tal vez si no estuviésemos enfermos, no tendríamos tiempo para recapacitar; cuando estamos en el lecho del dolor con la mirada clavada en el cielo podemos pensar las cosas mejor y entrar a cuentas con Dios. El Salmo 119:67 y 71 dice: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba. Mas ahora guardo tu palabra”, y: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos”.
7. Como reprensión.
Para entender esto, hay varios ejemplos, uno de ellos lo vemos cuando la hermana de Moisés murmuró contra el y en consecuencia le vino lepra (Nm. 12:1-13); cuando Giezi el siervo de Eliseo deseo lo que Naamán ofrecía, y mintió y engañó con el fin de conseguirlo, el también enfermó de lepra (2ª. R. 5:20-27); cuando el pueblo de Israel adoró el becerro de oro vino una plaga sobre de ellos (Ex. 32:35); el rey Usías ofreció incienso usurpando el lugar de los descendientes de Aarón y cuando se encendió en ira contra los sacerdotes tuvo lepra en la frente (2ª.Cr. 26:19).
Es bueno considerar que estos casos son mas bien una excepción que una regla, son escasos, esto nos parece indicar que si bien Dios reprende, esto ocurre cuando hemos sido rebeldes y contumaces (Dt. 21:18), de otra manera El mas bien prefiere llamarnos con lazos de amor, El nos prolonga su misericordia (Jer. 31:3).

Acerca de la Sanidad Divina.

Cuando alguien sana sin la intervención de la “ciencia” o la medicina, es importante conocer de donde viene esta sanidad. En ocasiones la sanidad no proviene de Dios, sino de algún milagro engañoso; sin embargo, sabemos que la verdadera salud proviene de Dios y por la historia bíblica se conoce que desde tiempo antiguo Dios sana:
  • Jehová el sanador (Éxodo 15:26.)
  • Dios sanó a Abimelec y su casa (Génesis 20:17.)
  • A El se clama y El sana (Salmo 30:2.)
  • El es el que sana todas las dolencias (Salmo 103:3)
  • El envió su palabra y los sanó (Salmo 107:20.)
  • Sáname y seré sano (Jeremías 17:14.)
  • Yo sanaré tus heridas (Jeremías 30:17)
Jesús sanó durante su ministerio terrenal:
  • Una mano restaurada (Mateo 12:13.)
  • Todos los que le tocaron fueron sanos (Mateo 14:36.)
  • Sano a un muchacho (Mateo 17:18.)
  • Una mujer de flujo de sangre sanó al tocarle la vestidura (Marcos 5:29.)
  • El sanó toda enfermedad (Mateo 4:23.)
  • El sanó a todos (Mateo 12:15.)
  • Sanó a mancos y cojos (Mateo 15:30-31.)
  • Personas que le siguieron y los sanó (Mateo 19:2.)
  • Unos que vinieron a El en el templo (Mateo 21:24.)
  • El poder de Dios estaba con Jesús para sanar (Lucas 5:17.)
  • De Jesús salía poder y sanaba (Lucas 6:19.)
Nos dice el evangelista San Mateo que después que terminó de enseñar en el monte, Jesús descendió y que le seguía un gran número de personas, Mat. 8:1. Estas multitudes eran atraídas hacia Jesús por sus palabras Mat. 7:29. Ahora el Señor añade a su palabra poderosa, sus hechos maravillosos. El profeta Isaías había predicho su ministerio entre los hombres: Is. 61:1-2 y en Is. 53:4 donde el profeta anuncia el gran sacrificio del Mesías por los pecados del mundo. Mat. 8:16-17 se nos habla del cumplimiento de esta profecía. Cuando Juan el Bautista, en la cárcel, supo de los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos a preguntarle: “¿Eres tu aquel que había de venir, o esperamos a otro?” y la respuesta del Señor fue: Id, y haced saber a Juan las cosas que OIS y VEIS, los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio, y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. “(Mat. 11:2-6)” Por lo tanto, dar salud a los enfermos es otra de las obras de amor y misericordia de nuestro Señor Jesucristo.
JESUS SANA A UN LEPROSO, Mat. 8:2-4. Sanidad por petición directa.
La lepra es una enfermedad horrible, incurable, muy contagiosa y de aspecto muy repulsivo ya que cubre la piel de pústulas y escamas. El leproso era excluido por la Ley, de la comunidad, y era considerado inmundo.
El leproso se acerca a Jesús, humildemente, y le muestra que solamente espera en su voluntad.“SI QUIERES”
El leproso muestra una grande fe; “PUEDES LIMPIARME”. Al decirle:
“límpiame” expresa tanto la curación de la enfermedad como la liberación de la impureza, según la ley.
1º. La lepra es como el pecado, solamente Cristo la puede quitar, 1ª. Jn. 1:7
2º. Jesús puede sanar todas las enfermedades, aunque estas sean incurables.
3º. Jesús es compasivo y misericordioso, y esta dispuesto a sanar nuestras enfermedades (Mt. 8:3).
El Señor sanaba muchas veces con solo decir su palabra; otras, tocaba al enfermo, como en este caso, para mostrar su tierna compasión a un desgraciado del que todos huían con horror. Cristo lo tocaba y quedaba limpio.
JESUS SANA AL SIERVO DEL CENTURION, Mat. 8:5-13. Sanidad por intercesión.
La fe es necesaria para, pedir por la sanidad del enfermo. Muestra nuestra compasión.
El centurión reconoce en Jesús al Señor que tiene autoridad sobre la enfermedad, sobre la vida y sobre la muerte. (versos 9-10).
El Señor describe la fe del centurión como una grana fe. El Señor no hace notar la humildad o el amor del centurión por su siervo, sino que lo hace destacar es su FE.
El Señor espera que sus hijos tengan fe, (versos 11-12).
El centurión creyó no únicamente que Jesús podía sanar a su siervo sino que podía sanarle con solo decir su palabra a distancia, (verso 13).
EL SEÑOR SANA A LA SUEGRA DE PEDRO, Mat. 8:14-15.
1º. El que es sanado por Cristo debe servirle.
2º. El que recibe la salud del Señor Jesucristo, debe vivir para darle gloria y honra.
3º. La palabra profética tiene su cumplimiento en la sanidad de los enfermos (verso 17)
CONCLUSION
1º. La sanidad de nuestras enfermedades es una parte de la obra redentora de Cristo, Is. 53:4, 1. P. 2:24.
2º. La enfermedad vino por causa del pecado y Cristo vino a destruir el poder de Satanás y el poder del pecado, Gen. 3:15, 1Jn. 3:8.
3º. Satanás es el que ata a las personas con la enfermedad, Lc. 13:16 y en ocasiones. para engañar, "sana". Mt. 24:24. 

¿QUE NO ES LA SANIDAD DIVINA?

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No es la ciencia cristiana, esta doctrina sostiene que el poder de la mente es el que cura, y si bien es cierto que la mente humana tiene gran poder, también es cierto que las supuestas sanidades que se le atribuyen a esta, son sobre todo psicosomáticas y los malestares son aliviados al cambiar la manera de pensar; con todo, esta sanidad tiene sus limitaciones.
No es el espiritismo, sabemos de la existencia de espíritus; la Biblia nos indica no acudir con ninguno de ellos, no debe de buscarse su ayuda, no se debe tratar y mucho menos establecer contacto con los muertos ( Ex. 22:18, Dt. 18:9-12, Is. 8:19-20). La confianza absoluta del creyente debe de ser en el Dios vivo, y repito no se debe ni siquiera tratar de establecer contacto con algún espíritu que pretende ser el de alguien que ya dejo esta vida.
No es el hipnotismo; si bien es cierto que en algunos casos este tipo de intervención en manos de un profesional puede dar buenos resultados (¿) en algún tipo de enfermedades, también es cierto que en la mayoría de los casos la curación no es total ni definitiva, ni mucho menos; obvio es que esto no tiene nada de divino.
Respecto al magnetismo personal se han escrito últimamente muchos volúmenes que lo único que hacen es desorientar al público ya que anuncian curaciones con el poder de las manos de cualquier persona que este concentrada.
Existen otros métodos mismos que no tiene caso ni siquiera el mencionarlos, pero lo que si de verdad importa es saber lo que realmente es la Sanidad Divina para que conociéndola no se nos pretenda engañar con falsedades.


 

El dilema de los que NO son sanados. * (* En esta sección también se abarca el punto 4 de la unidad II.)


Por qué al parecer algunos por los que se ora no sanan
Si la sanidad física está incluida en la expiación y Jesús ha declarado su voluntad para sanar, ¿por qué muchas personas sinceras no se sanan? Esta pregunta a menudo surge como un cuestionamiento diligente y otras veces como un desafío incrédulo. Que nadie crea que decimos que otros son «menos salvos» porque no creen en la promesa de sanidad para el presente o porque creen pero no se han sanado. La verdad de la promesa no tiene su fundamento en que la gente la crea o la reciba. Simplemente proclamamos esta verdad y dejamos los resultados a Dios, tal corno testificamos o predicamos la salvación de Cristo y dejamos en El la decisión resultante, ya sea a favor o en contra.
Sin embargo, procuramos humildemente discernir y descubrir por qué algunos que buscan la sanidad no se sanan.
1. Una de las razones más comunes por la que no se sanan los que reciben oración es la falta de cumplir con las condiciones (véase Ex.15:26). Todas las promesas de Dios son condicionales. Lea el Salmo 1. Vea las promesas de Dios de bendición y prosperidad. ¿Cuáles son las condiciones que debe mostrar la conducta del varón bienaventurado? Fíjese que la bendición se le niega a los que andan en consejo de malos, los que andan en camino de pecadores, que se sientan en silla de escarnecedores. La persona a quien Dios bendecía con salud y prosperidad era la que se deleitaba en hacer la voluntad de Dios y quien había abandonado la vida de los malos. Por una parte, las bendiciones de Dios se supeditan a un estilo de vida de alabanza y servicio, y por otra, ausente de escarnio y egoísmo.
2. La desobediencia es otra razón común que puede provocar la falta de sanidad o de otras bendiciones. El rey Saúl aprendió la lección de la obediencia y el peligro de la desobediencia cuando se rebeló contra el consejo de Samuel, el profeta ungido de Dios. Estudie el incidente que llega a su clímax en 1 Samuel 15.22–23. Vea como la desobediencia dio fin a la bendición de Dios sobre Saúl.
La clave para participar de los beneficios de Dios está delineada claramente en Isaías 55.2–3. Observe los versos clave.
Oídme atentamente, y comed del bien,
Y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí;
Oid, y vivirá vuestra alma;
Y haré con vosotros pacto eterno,
Las misericordias firmes a David.
En hebreo las órdenes «oídme», «inclinad vuestro oído» y «oíd» son sinónimos de «obedeced». La promesa del pacto era «las misericordias firmes a David», que incluían la sanidad física. Cuando el ciego de Jericó clamó a Jesús para que le diera la vista, imploró su petición con las siguientes palabras: «¡Hijo de David, ten misericordia de mí!»» Estaba enterado de que el pacto de compromiso de Isaías ofrecía «las misericordias firmes de David». Vemos que Bartimeo estaba listo para llevar una vida de obediencia por su conducta luego de la sanidad milagrosa: «Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios» (Lc 18.43).
3. Algunos oran por sanidad y no la reciben por falta de fe. La condición básica para la sanidad física es la «fe». En el ministerio de Jesús, la sanidad de varias personas fue acompañada por las palabras: «Tu fe te ha salvado» o «te ha sanado». (a) Cuando el paralítico que trajeron a Jesús por el agujero en el techo, se dijo de Jesús: «Al ver Él la fe de ellos». (b) Cuando los discípulos no podían sacarle el espíritu malo a un muchacho, le preguntaron a Jesús por qué no tuvieron éxito. Jesús les respondió: «Por vuestra poca fe». (c) Cuando Jesús se volvió a la mujer que le tocó el borde de la vestidura, le dijo: «Hija, tu fe te ha hecho salva».
Uno puede suponer, de acuerdo a lo que vimos sobre la importancia de la fe, que a menos que se tenga una fe extraordinaria, no tiene sentido orar por la sanidad. Pero lo esencial es la fe para orar. Ya que es Dios el que da la fe, deberíamos llevarle todas las cosas en oración sin el temor de que nuestra fe es insuficiente. «Nuestra competencia proviene de Dios» (2 Co 3.4–6).
4. A veces la oración no recibe una respuesta inmediata, porque Dios demora la respuesta para enseñar una lección. Algo así parece estar detrás de las palabras de Pablo a los corintios en 2 Corintios 1.3–5. ¿Qué dice que hará Dios mientras atravesamos estas demoras?
Si no recibimos una respuesta inmediata a una oración de sanidad, no deberíamos suponer que Dios no ha obrado, ni que no responderá por completo.
5. Santiago dijo: «No tenéis lo que deseáis, porque no pedís». A veces cuando tenemos una necesidad, deseamos que el Señor la satisfaga, pero no oramos con diligencia por la sanidad. No debemos suponer que somos sólo «mascotas cósmicas» de Dios y que El suplirá automáticamente todas nuestras necesidades secretas.
Preguntémonos:
a) ¿Hemos acudido a Dios con oración diligente?
b) ¿Hemos pedido a otros que oren con nosotros por la sanidad?
c) ¿Hemos acudido a los ancianos de la iglesia, pidiéndoles la unción de aceite y la oración unánime?
d) ¿Por qué deberíamos suponer que Dios va a obrar cuando no lo hemos buscado en oración?
Prestemos atención a la sabiduría y la promesa que declara Santiago: «La oración eficaz del justo puede mucho» (Sgo. 5.16).
6. A veces la oración de sanidad no es efectiva porque hay algún pecado inconfesado y que necesitamos resolver. Esto debe ser cierto, porque en relación con el pacto de sanidad del Nuevo Testamento leemos: «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados» (Sgo. 5.16). Cuando la culpa hierve lentamente en nosotros, se destruye la fe, y sin fe la oración es inútil. Confesemos nuestros pecados a Dios de rodillas. Juan escribió: «Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1Jn 1.9). La fe rápidamente llena un corazón limpio. La culpa encubierta puede ser engañosa. Si la fe parece insulsa, haríamos bien en rastrear nuestros corazones con el auxilio del Espíritu Santo para descubrir pecados inconfesados, o el pecado de la incredulidad.
7. Una forma muy destructiva del pecado es la falta de perdón. A la oración de sanidad puede faltarle respuesta si albergamos en nuestros corazones falta de perdón hacia otros. En el Sermón del Monte, según Lucas, Jesús nos enseñó a orar así: «Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben». A esto, Mateo le agregó: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mt 6.14–15). El pecado de la falta de perdón puede obviarse con facilidad, porque vemos las ofensas como que otros las causan. Pero nuestras oraciones nunca serán eficaces mientras no se resuelvan esos problemas.
8. Otra posibilidad es que esa enfermedad sea de muerte. Quizas la persona ha llegado, por voluntad divina, al fin de su existencia y la enfermedad sea el medio para que esto sea asi. De ser el caso, preguntar a Dios en oracion y considere que es un privilegio tener el tiempo de poner en orden nuestra casa, tal como Dio sle dijo a Ezequías. (Is.38:1-5)
9. Finalmente, el cuidado de Dios sobre nuestras vidas puede ser tal que nunca entendamos por qué las promesas pactadas y provisiones no se manifiesten como esperamos. La sabia providencia de Dios está por encima de nuestro entendimiento. Podemos descubrir diversas razones por las que algunos no se sanan. Sin embargo, ninguno debe imaginar que no fue sanado porque no era la voluntad de Dios.
Muchas personas que dicen: «No es la voluntad de Dios sanarme», en seguida acudirán a cualquier otra vía de recuperación. Así que, si dice que la sanidad no es la voluntad de Dios para su vida, podríamos preguntar: ¿Por qué se esfuerza en encontrar la sanidad por cualquier medio? Mas, por supuesto, Dios quiere que las personas se sanen y El sana por muchos medios, incluso el médico. Dejemos de dudar en la voluntad de Dios para sanar. Si un creyente se siente más cómodo con la terapia médica o quirúrgica que con la confianza total en la sanidad divina, que tome esa decisión sin ningún sentido de culpa o fracaso. Pero pidámosle a Dios y confiemos en su poder y promesa de sanidad. Su presencia está en la iglesia, pero también en la clínica o en la sala de operaciones. La sanidad divina directa es una bendición maravillosa que los creyentes deberían desear mucho antes que abandonarla, que deberían explorar todas las razones que hayan impedido que suceda.


[1]Hayford, Jack W.: La Salud Que Nos Da Dios : Sanidad Divina Por El Poder Del Espiritu Santo. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000, c1995 (Logos Library System; Serie Vida En Plenitude Guias Para Las Dinamicas Del Reino), S. 86